viernes, 26 de mayo de 2017

COMENTARIO DEL SANTO EVANGELIO

Conclusión del santo evangelio según san Mateo (28,16-20)
Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos.
Cristo ha culminado la obra para la que el Padre le había enviado. Jesús ya les había dicho a sus discípulos que volvería al Padre, que nos enviaría un defensor, que Él cuidaría de nosotros siempre. Ahora está reunido con sus amigos en el monte, esta será la última vez que sus amigos le vean, es seguro que aquella escena este llena de sentimientos contradictorios, por eso el autor sagrado dice: “Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.”
Jesús los ve, con una mirada que penetra sus corazones y los fortalece a la vez que les da una misión: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”. Jesús los conoce, sabe quiénes son: entre ellos hay quien lo ha negado, otros que lo abandonaron, pero también entre ellos está el discípulo amado. Es a ese grupo de hombres temerosos, llenos de dudas, con sus faltas y virtudes, al que Jesús confía la misión de llevar a todos los pueblos la Buena Noticia de Jesús.
Y porque Jesús los conoce, así como nos conoce a nosotros y sabe que sin Él no podremos hacer nada nos deja su promesa, una certeza para sus amigos: “yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos” cuando las tareas te sobrepasen y te sientas pequeños ante retos y problemas de la vida recuerda “Él esta contigo siempre”, cuando la tentación te invite a caer el pecado alejándote de Dios recuerda lo dicho por Jesús: yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos, si experimentas soledad y tristeza nunca olvides “Él está con nosotros todos los días” pon en Él tu confianza, que Él te dé fuerzas. Si te ha dado una tarea, es porque confía en ti.
Emmanuel Barrientos
Comunidad Fraternitas EG
Oremos para que el Espíritu del Señor resucitado nos guíe siempre.
Oh Dios y Padre nuestro: Nuestro Señor resucitado, Jesucristo, vive ahora glorioso en tu presencia. Cuando seguimos mirándole oculto ya en las nubes, haz que volvamos a la tarea que él nos ha asignado aquí en la tierra y que aprendamos a reconocer su rostro en nuestros hermanos. Y cuando nos sintamos demasiado apegados a esta tierra, recuérdanos que un buen día completarás la obra de Jesús en nosotros y nos llevarás a tu gloria y alegría eternas por los siglos de los siglos.


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